Durante la década de 1920 y 1930, un gran número de mujeres trabajó en la industria de relojes de los Estados Unidos. Estas mujeres, conocidas como "pintoras de relojes", se encargaban de aplicar pintura con radio en las agujas de los relojes para hacerlas luminosas en la oscuridad. Sin embargo, la pintura con radio resultó ser extremadamente peligrosa para la salud de estas mujeres.
A pesar de que se sabía que el radio era peligroso, las empresas de relojes no tomaron medidas para proteger a sus trabajadoras. Las mujeres pintaban las agujas con sus propias lenguas para crear un punto afilado y así poder aplicar la pintura con mayor precisión. Debido a que la pintura con radio era altamente tóxica, estas mujeres estuvieron expuestas a altas dosis de radiación.
Muchas de estas mujeres desarrollaron cánceres de cabeza y cuello, así como sarcomas tardíos, que son tumores cancerosos que se desarrollan años después de la exposición a la radiación. A pesar de que estas enfermedades eran raras en la época, el número de mujeres afectadas por ellas en la industria de relojes fue alarmante.
A medida que se fue descubriendo la verdadera naturaleza de la pintura con radio, se tomaron medidas para proteger a las trabajadoras. Sin embargo, muchas de las mujeres que habían trabajado en la industria de relojes ya habían desarrollado enfermedades relacionadas con la radiación. La historia de estas mujeres ha sido reconocida en la cultura popular, incluyendo libros, películas y documentales, y ha llevado a un mayor escrutinio de la seguridad laboral y los derechos de los trabajadores.
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